País sin derecho a la vivienda. Reseña al libro de Carla Escoffié.
- Por Lidia Malagón
Hay más lotes de inversión a la venta que habitantes en algunas localidades de Yucatán, denuncia Carla Escoffié en su libro “País sin techo”. Éste y otros sin sentidos –quizás más normalizados, como que hay viviendas sin habitantes, habitantes sin vivienda, o viviendas sin servicios– son expuestos arteramente por la abogada y comunicadora de causas (y consecuencias) sociales, en particular, relacionadas con el acceso a la vivienda.
Publicado en 2022 por Grijalbo, el libro está integrado por seis capítulos que son ante todo narrativas que sacuden y conmueven; son historias de personas, de familias y de comunidades que, de tantas formas, practican su derecho a la vivienda. Para una lectura sensible y sagaz, hay que abrirse a pensar la crisis de vivienda desde muchos factores, y en especial, reconocer que “la vivienda es territorio”; con este mensaje abre la autora su texto, que, según anuncia, parte de su responsabilidad política –desde la academia y el activismo– de explicar fenómenos y conceptos que surgen en espacios académicos y trascienden a las pláticas de sobremesa y a las tendencias twitteras (sí ‘Gentrificación’, hablamos de ti).
El primer capítulo nos aclara que “el derecho a la vivienda no es el derecho a una casa”, y que defender tal derecho no es exigir que el gobierno nos regale casas a todos. A lo largo del libro, la garantía del derecho a la vivienda se lee confrontada por hitos que agravan las condiciones de vulnerabilidad de algunos habitantes, quienes padecen los efectos de la presión inmobiliaria, el desalojo violento, y la discriminación, además de la falta de servicios propios de una vivienda adecuada. La autora es muy cuidadosa en no descalificar la transformación de los territorios per se, y más bien, se pregunta si hay maneras de alcanzar los fines que persigue el desarrollo sin profundizar la desigualdad de grupos históricamente discriminados. Entre un relato y otro, se lee que “el problema no son los cambios, sino hacia dónde nos llevan”. De alguna manera, cada capítulo describe destinos indeseables, sufridos y ojalá que revertibles. Desde los despojos como negocio inmobiliario en Campeche, Mérida, y CDMX, hasta los vergonzosos casos de discriminación en San Luis Potosí, donde se niega el acceso a vivienda a la comunidad LGBT+, y de estigmatización e invisibilización en Monterrey, hacia quienes han construido sus viviendas por sus propios medios, a las afueras de la mancha urbana. Cada capítulo describe con nombres de personas, de instituciones y de territorios, la deuda histórica que se tiene con quienes han resultado afectados por megaproyectos, desarrollismos y fenómenos especulativos.
Me detengo a continuación en sólo uno de los casos, aunque cada ciudad merece la atención por parte de quien hasta aquí, haya conectado con la intención de denuncia documentada que propone Carla Escoffié. El capítulo “Especulación y burbujas inmobiliarias” inicia por mostrar el atractivo que Mérida, Yucatán, representa para la industria de la construcción; en sus propias palabras: “no hay que emprender batallas contra desniveles mayores y se pueden dividir los predios en mayor tamaño. Las posibilidades para expandirse se parecen a ese cielo interminable con límites inaccesibles.” A esta tierra prometida, libre de relieves caprichosos, se agregan tres narrativas económicas que, según la autora, pudieran justificar la euforia especulativa detrás de la burbuja de lotes de inversión en Yucatán; éstas son: el mercado inmobiliario como heredero de la industria de henequén, el refugio de la guerra contra el narco, y la instagramización de la región. La llegada de inmigrantes pareciera cotejar este imaginario que, a su vez, promueve un supuesto ‘cuerno de la abundancia’ que justifica la construcción de productos inmobiliarios de alta gama y la masiva lotificación de terrenos. A ojos de algunos, la demanda lo justifica; sin embargo, ni la inmigración es la más grande de la historia, ni tampoco son más los que llegan que los que se van (el saldo entre población inmigrante y emigrante en la entidad es negativo), ni la demanda de vivienda coincide con el segmento alto para el que se oferta. No es cierto que se esté lotificando o construyendo para satisfacer la demanda de vivienda. Más bien, existe una sobreoferta pensada para un inmigrante nacional con cierta capacidad adquisitiva, o en un comprador que busca comprar para especular, no para habitar. Es así como, a partir de datos sobre la dinámica poblacional, el número de lotes ofertados y el tipo de publicidad desde el que se hace, el capítulo evidencia ‘la burbuja inmobiliaria' que para la autora es ‘evidente e ignorada’ en la región.
Como compendio de vidas afectadas por ‘el desarrollo’, el libro duele. El material que consigue sistematizar evidencia: los desalojos violentos, los litigios infinitos, la discriminación y sus argumentos cínicos, las instituciones paralizadas (cuando no doblegadas), la burocracia incompetente, las injusticias, la corrupción, y el menosprecio a los derechos humanos de las personas. La más grande virtud de esta autora (y ella lo sabe) es hablarnos de contratos, amparos y reformas de ley, sin que dejemos de leer porque “no entendemos de cosas jurídicas”. Las historias que relata son humanas a tal grado que hasta las leyes parecen humanas; el libro nos habla de quienes las discuten y quienes las invocan, y sólo entonces cobran algo de sentido. “País sin techo” no es como lo vio por Instagram, es más crudo que eso cuando aborda temas como el despojo, la explotación, el saqueo, y el extractivismo en territorios a los que Carla Escoffié nos acerca desde los datos y los imaginarios. El libro nos deja geografías y disputas que desconocíamos, y hasta un par de desenlaces victoriosos que derivan esperanzas suficientes para enterarnos, indignarnos, y con suerte compromiso, movilizarnos.
Escoffié, Carla (2022). “País sin techo”. Ed. Grijalbo, México.
🔈 Escucha nuestro episodio con Mónica Tapia, una visionaria cuya dedicación y trabajo en proyectos como #CDMXsustentable, Ciudadanía19S, #RutaCívica, #CDMXjusta y #ObraChueca, resalta su compromiso con el empoderamiento ciudadano y la transformación urbana.